En días pasados platicaba con un amigo y, como es común en estos tiempos, se quejaba de la baja en las ventas, de la falta de liquidez y de la «inutilidad» de hacer publicidad para promover sus productos, pues, decía, «de todas maneras la gente no tiene para comprar».
Lo anterior puede ser una verdad. . . a medias.
Ciertamente muchos negocios no están vendiendo y podemos decir que todos, en mayor o menor medida, hemos padecido la contracción del mercado interno; pero. . .
¿por qué otros venden más que yo, si tenemos el mismo producto? ¿qué hace la diferencia entre los distintos negocios si el nuestro ofrece mejor calidad?
La respuesta, en muchos casos, será SERVICIO, del que ya hablamos en un artículo anterior.
¿COMPETENCIA O COMPETITIVIDAD?
Motivados, más que por un sentido de responsabilidad social de las empresas, las pequeñas y grandes organizaciones han re-descubierto esta beta, debido a la COMPETENCIA, que no es lo mismo que COMPETITIVIDAD.
Aclaremos un poco con un ejemplo deportivo:
En el futbol, el campeonato, el calendario de juegos, los encuentros mismos constituyen la COMPETENCIA, ya sea que participen en ellos equipos magníficos, mediocres o, de plano, muy malos, aún cuando las reglas para llegar a tal competencia no hayan sido lo suficientemente claras o equitativas; pero ya están ahí mientras se puedan mantener o los eliminen.
Muy diferente será el concepto de COMPETITIVIDAD, que implica tener las características técnicas, tácticas y humanas que le permitan a cada equipo ganarse el derecho a participar en el campeonato y en la “liguilla” de la máxima división.
Esto es aplicable a las empresas de todo tipo y giro. Muchos estamos en la COMPETENCIA, pero muy pocos en niveles adecuados de COMPETITIVIDAD.
Este término deriva de la VENTAJA COMPETITIVA que tiene una empresa a través de sus métodos de producción, organización, administración y comercialización con relación a los de sus rivales en un mercado específico, es decir, la capacidad de respuesta y de anticipación que tiene la organización ante las demandas y necesidades del entorno, así como el grado en que su producto/servicio satisface las necesidades, expectativas y especificaciones de un cliente y/o un mercado específico.
En consecuencia, la falta de competitividad o la pérdida de ésta, se verá reflejada en disminución de ventas, pérdida de participación de mercado, reducción del margen de utilidades y, tal vez, hasta el cierre de la planta o unidad de negocios.
Lo que hablamos de una organización en su conjunto, es válido para cada una de sus divisiones, áreas o departamentos, respecto a sus clientes internos.
Si por un lado COMPETITIVIDAD implica el grado de satisfacción que un producto/servicio proporciona al cliente, por otro lado tendremos el imperativo de conocer dichas necesidades, expectativas y especificaciones que ese cliente o ese mercado tiene.
Si al interior de la empresa las desconocemos, es casi seguro que podamos ser COMPETIDORES en el sector en el que “jugamos”; pero difícilmente podremos ser COMPETITIVOS.
PREGUNTAS QUE DEBES DE HACERTE PARA DESCUBRIR SI TU EMPRESA ES COMPETITIVA
- ¿Conozco cuál es mi posicionamiento al interior de la firma en la que colaboro, así como las razones de ese posicionamiento?
- ¿Cuál es el posicionamiento que tiene la empresa en su mercado?
- ¿Los métodos de gestión en mi empresa agregan valor al producto/servicio final?
- ¿La innovación tecnológica apoya u obstaculiza la satisfacción de mis clientes?
- ¿Mis costos de producción favorecen o dificultan mi COMPETITIVIDAD?
- ¿El Capital Humano contribuye con sus conocimientos, habilidades, aptitudes y actitudes a ser más COMPETITIVA a nuestra organización?
Aquí vale recordar que “Si eres cliente, exige; si eres proveedor, cumple”.
Te invitamos a conocer y participar de nuestros Entrenamientos y Programas de Consultoría Profesional.